La Fundación
Jaume Bofill ha decidido impulsar una investigación sobre la formación de
personas adultas, creando lo que ellos mismos han definido como “grupo motor”. Fui
invitado a participar, junto a otros compañeros docentes, diferentes actores
relacionados de una forma u otra con la educación de adultos y también el Departament
d’Ensenyament, a través de responsables políticos y de la inspección.
El primer encuentro fue una primera toma de
contacto del grupo, con diferentes aportaciones, algunas coincidencias y
también discrepancias. En la segunda reunión en la que participé solamente había
profesores de educación de adultos y dimos nuestra visión de la formación de
adultos y hacia dónde debería dirigirse y cómo estructurarse. En esta ocasión
la coincidencia fue mayor. Finalmente, hace unos días volvimos a reunirnos todo
el grupo motor. Se inició con una exposición por parte de los organizadores, de
las necesidades y retos para la educación de adultos que han ido expresando los
participantes en las reuniones previas. A continuación se organizaron grupos de
trabajo formados por participantes de diferentes sectores con el objetivo de
consensuar propuestas que ayuden y puedan repercutir positivamente en la
formación de personas adultas.
Una de las
propuestas que formulé y que defiendo hace tiempo junto a otros muchos
profesores de esta etapa educativa, es que una mayor flexibilidad es
imprescindible en la educación de adultos. Cada escuela es un mundo, que se
encuentra en un entorno social diferente, por lo que la oferta educativa debe
adaptarse a las necesidades del barrio o del municipio. Este concepto de
flexibilidad es mucho más amplio y debe incluir otros elementos, como el
curricular, el metodológico y el organizativo, entre otros.
La visibilidad de
las escuelas de adultos y de la labor que realizamos es otro gran reto que
debemos afrontar, especialmente las administraciones educativas. ¿Por qué no
hay campañas publicitarias serias y potentes sobre la educación de personas
adultas?
Después de
participar en esta iniciativa destaco algunos puntos positivos y otros menos
positivos:
-Celebro la
iniciativa de la Fundación Jaume Bofill en interesarse por la formación de
adultos e invitar tanto a profesionales como a cargos políticos del Departament
d’Ensenyament.
- Hemos debatido
en el mismo plano profesionales, instituciones, administración educativa e inspección
educativa.
- Se han
realizado aportaciones verdaderamente interesantes y que se pueden aplicar a los centros
educativos.
-Nos hemos
reencontrado compañeros que tenemos una visión similar sobre nuestra profesión.
- He echado a
faltar a profesores de reconocido prestigio y que llevan a cabo experiencias
innovadoras en sus centros. También me sorprende que no se haya invitado
formalmente al grupo EPA de la UAB.
- He detectado
puntos de vista discrepantes de lo que debería ser (o es) la educación de adultos, lo
cual no es negativo ni positivo, pero no tengo claro que pueda llegarse a un
consenso y eso me despierta un cierto pesimismo.
Me gustaría
pensar que las necesidades y retos detectados en este grupo motor, junto a las
propuestas e iniciativas que se recogen
como conclusión, lleguen a las administraciones educativas y puedan concretarse
en breve. Sin embargo, soy pesimista sobre su aplicación. Creo que los centros de formación de
adultos clamamos en el desierto. Justo esta semana, la inspección educativa ha
informado a las direcciones sobre algunas actuaciones a llevar a cabo en las
escuelas de Barcelona, que en nada se parecen al debate realizado. Intentar
reproducir en los CFA los mismos patrones que en los institutos es no entender
la educación de adultos o bien querer darle una orientación en contra de lo que proponen los propios profesionales.