lunes, 21 de septiembre de 2015

LA REALIDAD VA POR UN SITIO Y NOSOTROS POR OTRO

Ya hemos comenzado las clases del nuevo curso. Las aulas se han llenado de estudiantes ya veteranos y de otros que han decidido iniciar sus estudios en una escuela de adultos. No voy a entrar aquí a discutir las razones del porqué vienen al centro, sino que quiero analizar el cómo.
En Cataluña la preinscripción de las enseñanzas en la formación de personas adultas se realiza durante la última semana del mes de junio. La mayoría de las personas que acuden a la escuela a formalizar el trámite saben qué formación desean recibir y de qué quieren preinscribirse. Sin embargo, existe un buen número de adultos que no lo saben y desean recibir información y orientación, lo que implica que durante el período de preinscripción, el papel de la secretaría y del profesorado que colabora en esos días, va más allá del mero trámite administrativo. Damos a conocer en qué consiste la oferta formativa y realizamos una breve entrevista para hacer posible una mejor orientación del futuro alumno. Aprovecho en este punto para destacar la importancia de la orientación en las escuelas de adultos, que no se limita a este momento sino que debe hacerse durante toda la estancia de los alumnos en la escuela. De hecho, podemos considerar que ya en el momento de la preinscripción se inicia el proceso de acogida y de tutorización del nuevo alumnado.
El calendario fijado por las autoridades establece que durante el mes de julio se publican las listas de admitidos y las listas de espera. Pero la formalización de la matrícula se lleva a cabo la primera semana de septiembre. Es decir, que una persona que, por ejemplo, quiere inscribirse en los cursos de preparación para la prueba de acceso a ciclos de grado superior,  realiza la preinscripción en junio pero no se matricula hasta septiembre. Durante estos meses puede cambiar su situación personal y laboral hasta el punto de que finalmente renuncie a su plaza. Este mismo curso, en mi escuela, de todas las personas preinscritas en junio, ha llegado a matricularse en septiembre únicamente el 74% y en algunos cursos el 49%.
¿Qué hacemos entonces? Acudir a la lista de espera y matricular a las numerosas personas que vienen a preguntar si quedan plazas de tal o cual enseñanza y volvemos a empezar en el proceso de orientación y trámite de inscripción en el centro, hasta cubrir las vacantes existentes. Las situaciones que la población adulta tiene en junio pueden cambiar radicalmente en septiembre. Hace años que lo sabemos los que trabajamos en la formación de adultos. A tenor de la verdad, este curso se ha organizado la preinscripción de algunas enseñanzas en septiembre, pero que tienen un impacto mínimo en la organización global del centro.

Considero que lo más razonable sería iniciar la preinscripción la primera semana de septiembre, cuando los futuros estudiantes tienen más o menos organizada su situación laboral y familiar. Me atrevo a asegurar que el porcentaje de renuncia disminuiría notablemente, no se duplicarían esfuerzos y nos acercaríamos más a la realidad de la población adulta que decide estudiar en nuestras escuelas, en lugar de ir por un camino ajeno a la realidad.