Ya hemos comenzado las clases del nuevo curso. Las aulas se han llenado de
estudiantes ya veteranos y de otros que han decidido iniciar sus estudios en
una escuela de adultos. No voy a entrar aquí a discutir las razones del porqué
vienen al centro, sino que quiero analizar el cómo.
En Cataluña la preinscripción de las enseñanzas en la formación de personas
adultas se realiza durante la última semana del mes de junio. La mayoría de las
personas que acuden a la escuela a formalizar el trámite saben qué formación
desean recibir y de qué quieren preinscribirse. Sin embargo, existe un buen
número de adultos que no lo saben y desean recibir información y orientación,
lo que implica que durante el período de preinscripción, el papel de la
secretaría y del profesorado que colabora en esos días, va más allá del mero
trámite administrativo. Damos a conocer en qué consiste la oferta formativa y
realizamos una breve entrevista para hacer posible una mejor orientación del
futuro alumno. Aprovecho en este punto para destacar la importancia de la
orientación en las escuelas de adultos, que no se limita a este momento sino
que debe hacerse durante toda la estancia de los alumnos en la escuela. De
hecho, podemos considerar que ya en el momento de la preinscripción se inicia
el proceso de acogida y de tutorización del nuevo alumnado.
El calendario fijado por las autoridades establece que durante el mes de
julio se publican las listas de admitidos y las listas de espera. Pero la
formalización de la matrícula se lleva a cabo la primera semana de septiembre.
Es decir, que una persona que, por ejemplo, quiere inscribirse en los cursos de
preparación para la prueba de acceso a ciclos de grado superior, realiza la preinscripción en junio pero no se
matricula hasta septiembre. Durante estos meses puede cambiar su situación
personal y laboral hasta el punto de que finalmente renuncie a su plaza. Este
mismo curso, en mi escuela, de todas las personas preinscritas en junio, ha
llegado a matricularse en septiembre únicamente el 74% y en algunos cursos el
49%.
¿Qué hacemos entonces? Acudir a la lista de espera y matricular a las
numerosas personas que vienen a preguntar si quedan plazas de tal o cual
enseñanza y volvemos a empezar en el proceso de orientación y trámite de
inscripción en el centro, hasta cubrir las vacantes existentes. Las situaciones
que la población adulta tiene en junio pueden cambiar radicalmente en
septiembre. Hace años que lo sabemos los que trabajamos en la formación de
adultos. A tenor de la verdad, este curso se ha organizado la preinscripción de
algunas enseñanzas en septiembre, pero que tienen un impacto mínimo en la
organización global del centro.
Considero que lo más razonable sería iniciar la preinscripción la primera
semana de septiembre, cuando los futuros estudiantes tienen más o menos
organizada su situación laboral y familiar. Me atrevo a asegurar que el
porcentaje de renuncia disminuiría notablemente, no se duplicarían esfuerzos y
nos acercaríamos más a la realidad de la población adulta que decide estudiar
en nuestras escuelas, en lugar de ir por un camino ajeno a la realidad.